sábado, 20 de junio de 2020

Cuarenta horas

Jornada laboral

La jornada laboral actual, con algunas diferencias entre países y sectores, está establecida en cuarenta horas semanales.

A finales del siglo XIX, se comienza a reivindicar una jornada laboral de ocho horas de trabajo diario. Este número de horas no se hace de forma arbitraria, sino que se divide el día en tres tercios, y se establece que una persona necesita 8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 horas de descanso (sueño).

A partir de 1970, se establece una jornada laboral de 8 horas diarias 6 días a la semana, lo que supone una jornada de de 48 horas semanales. Era frecuente trabajar Sábados y en algunos casos, Domingos por la mañana. Progresivamente se fue dejando de trabajar los Domingos, posteriormente los Sábados por la tarde y posteriormente los Sábados por la mañana. Pasamos así, a jornadas de 8 horas, 5 días a la semana, estableciendo la jornada en 40 horas semanales.

A partir de esa fecha, y a pesar del aumento de productividad, se ha mantenido la jornada en esas 40 horas. Con algunas excepciones, en algunos sectores se ha establecido una jornada laboral de 37 horas y media, y en otros de 35 horas en el mejor de los casos.

De hecho, el número de horas trabajadas por unidad familiar, ha aumentado con el tiempo. Pensemos que en los años 1970 y 1980, las familias tenían una media de 4 o más hijos, y sólo uno de los progenitores solía tener un trabajo remunerado. Por lo que el número de horas trabajadas per cápita era de: 40horas / 6 personas = 6'7 horas/persona. Actualmente, la unidad familiar suele tener dos hijos de media, y suelen trabajar los dos progenitores, lo que supone: 80 horas / 4 personas = 20 horas/persona. Lo que supone el "triple" de horas trabajadas por persona.

Productividad

La RAE define la “productividad” como: “Capacidad o grado de producción por unidad de trabajo, superficie de tierra cultivada, equipo industrial, etc. También como “Relación entre lo producido y los medios empleados”

En un mundo cada vez más mecanizado y automatizado, podemos pensar que la productividad ha aumentado, ya que producimos lo mismo con menos medios, o producimos más con los mismos medios.

Pongamos un ejemplo. Una persona gana 400€ a la semana fabricando pulseras de forma artesanal. Supongamos que trabaja 40 horas a la semana y hace una pulsera cada hora. Eso quiere decir que gana 10€ por pulsera. Si el coste de los materiales es de 2€, tiene que vender las pulseras a 12€. Ahora supongamos que compra una máquina que le ayuda a cortar el material y a hacer las pulseras. Ahora tarda media hora en hacer una pulsera. Las cuentas son fáciles, podría trabajar la mitad del tiempo (20 horas semanales) y obtener el mismo beneficio.

Visto así de fácil, parece evidente que un aumento de la productividad podría traer consigo una reducción de la jornada laboral. Pero en otras ocasiones, pueden ocurrir otras situaciones.

Opción 1. Se reduce la jornada a la mitad, produciendo lo mismo y con el mismo beneficio.

Opción 2.  Incremento de beneficios. Sigue trabajando el mismo número de horas y vendiendo el producto al mismo precio. En este caso, fabricaría 80 pulseras a la semana, 

Opción 3. Reducción de precio. El beneficio se mantiene pero vende el producto a menos precio. Teniendo en cuenta los 2€ de materiales o costes fijos, podría reducir el beneficio de 10€ a 5€ por pulsera. El precio total quedaría en 7€ por pulsera, generando el mismo beneficio.

El mundo real es mucho más complejo, y la situación final suele estar más cerca de la opción 3 que de la opción 1. Si una empresa es capaz de aumentar su productividad al doble, rara vez va a reducir su jornada o la de sus empleados a la mitad. ¿Por qué no?. Por otro concepto: competitividad. La empresa de al lado que también es capaz de fabricar unas pulseras similares, podría reducir el precio (opción 3) y acaparar el mercado.

La virtud está en el punto intermedio.  Hay que legislar para que las empresas no acumulen más beneficios no repercutidos a los empleados (opción 2) ni para que se reduzcan tanto los precios que para los trabajadores intermedios apenas quede margen de beneficio (opción 3). Lo ideal sería repartir las ventajas de una mejor productividad entre las 3 opciones: reducir un poco la jornada laboral, aumentar un poco los beneficios, y reducir un poco el precio final. De esta forma, empleados, empresa y consumidores salen beneficiados.

Jornada laboral ideal

No existe una jornada laboral ideal. No podemos decir que 35 horas es mejor que 40 horas y que 25 horas es mejor que 30 horas. En cada momento histórico hay que ir ajustando la jornada a la productividad. Pero si la productividad sigue aumentando año a año, lo lógico sería que la duración de la jornada se fuera reduciendo.

¿Llegaremos alguna vez a una jornada laboral de 5 horas semanales?  Puede parecer una utopía, pero ¿por qué no? .  En algunos trabajos,  si la productividad aumenta tanto que una persona, asistida por máquinas y procesos automatizados puede hacer en una hora lo que antes requería 8 horas o más. 
En otros trabajos, por ejemplo en los orientados de cara al público parece claro que se requiere mas “presencialidad” del trabajador, pero en un mundo altamente automatizado, los trabajos no automatizables como los de cara al público, estarán más remunerados, de forma que se trabajen también menos horas y se de empleo a un mayor número de personas.

Referencias.


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